jueves, 17 de marzo de 2011

Presentación

Los principios normativos que establece el artículo tercero constitucional, la transformación educativa que alienta el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 y los objetivos señalados en el Programa Sectorial de Edu­cación 2007-2012 (Prosedu), han constituido la base rectora para dar sentido y ordenar las acciones de política pública educativa en el México de las próximas décadas.

En este marco y con base en las atribuciones que le otorga la Ley General de Educación, la Secretaría de Educación Pública estableció como objetivo fundamental del Prosedu “elevar la calidad de la educación para que los estudiantes me­joren su nivel de logro educativo, cuenten con medios para tener acceso a un mayor bienestar y contribuyan al desarrollo nacional” (sep, 2007:11). La principal estrategia para la consecución de este objetivo en educación básica dispone “realizar una reforma integral de la educación básica, centrada en la adopción de un modelo educativo basado en competencias, que responda a las necesidades de desarrollo de México en el siglo xxi” (sep, 2007:24), con miras a lograr mayor articulación y eficiencia entre preescolar, primaria y secundaria.

El Prosedu también establece que “los criterios de mejora de la calidad educativa deben aplicarse a la capacitación de profesores, la actualización de programas de estudio y sus contenidos, los enfoques pedagógicos, métodos de enseñanza y recursos didácticos” (sep, 2007:11). A su vez, la unesco1 ha señalado que los sistemas educativos necesitan preparar a los estu­diantes para enfrentar los nuevos retos de un mundo globalizado en el que el contacto entre múltiples lenguas y culturas es cada vez más común. La educación tiene, en este contexto, la obligación de ayudar a los estudiantes a comprender las diversas expresiones culturales existentes en México y el mundo.

Desde esta perspectiva, la Subsecretaría de Educación Básica reconoce la necesidad de incorporar la asignatura de Inglés a los planes y programas de estudio de educación preescolar y educación primaria, y realizar los ajustes perti­nentes en los de Inglés para secundaria, con el propósito de articular la enseñanza de esta lengua extranjera en los tres niveles de educación básica y de lograr, a través de esta articulación, que al concluir su educación secundaria los alumnos hayan desarrollado las competencias plurilingüe y pluricultural que necesitan para enfrentar con éxito los desafíos co­municativos del mundo globalizado, construir una visión amplia de la diversidad lingüística y cultural a nivel global, y respetar su propia cultura y la de los demás.
Con el fin de instrumentar las diversas acciones que hagan posible la articulación de la enseñanza de inglés, la Secre­taría de Educación Pública puso en marcha el Programa Nacional de Inglés en Educación Básica (pnieb o nepbe2 por sus siglas en inglés), del que se derivan programas de estudio para los tres niveles de educación básica elaborados a partir de la alineación y homologación de estándares nacionales e internacionales, la determinación de criterios para la formación de profesores, así como del establecimiento de lineamientos para la elaboración y evaluación de materiales educativos y para la certificación del dominio del inglés.
Como se observa en el cuadro de la siguiente página, el pnieb contempla diversas etapas de piloteo y de expansión para su generalización, mismas que tienen como propósito recabar evidencias que proporcionen información valiosa respecto a la pertinencia del enfoque de la asignatura y de los contenidos de los programas de estudio, así como de la organización y articulación de éstos entre los cuatro ciclos que conforman el pnieb.

Las etapas y las fases antes mencionadas permitirán obtener información tanto de los apoyos que requieren los maes­tros para desarrollar las competencias y los aprendizajes esperados, como de las implicaciones que tiene la nueva propuesta curricular en la organización escolar. De esta manera será posible valorar curricular y pedagógicamente los programas de estudio e incorporar los cambios necesarios antes de su generalización en los niveles de preescolar y primaria. Adicional­mente, los resultados del seguimiento a esta experiencia posibilitarán atender con mejores recursos la generalización de la reforma curricular en todas las escuelas primarias del país.
Cuadro 1. Diversas etapas de prueba











Asimismo, la articulación de la educación básica, prevista en el Programa Nacional de Educación 2001-2006 y concre­tada y perfilada conceptualmente en el Plan de estudios de educación secundaria que se publicó en el Acuerdo Secretarial número 384, en el año 2006, establece los siguientes principios orientadores:

a) El perfil de egreso de la educación básica, el cual expone el conjunto de rasgos que los estudiantes deben tener al egresar de la misma, y a cuyo logro deben contribuir cada una de las asignaturas de los niveles de preescolar, primaria y secundaria.

b) Las competencias que se deben desarrollar en los tres niveles de educación básica para participar en la sociedad y resolver problemas de carácter práctico, mejorando la manera de vivir y convivir en una sociedad cada vez más compleja.

c) Las orientaciones didácticas que permitan que el plan y los programas de estudio se reflejen en el aula proporcionando oportunida­des y experiencias de aprendizaje para todos los alumnos.

En consecuencia, la elaboración de la propuesta de Plan de estudios 2009. Educación básica. Primaria. Etapa de prueba (cuyo pilotaje se realizó en aproximadamente 5 000 escuelas) se diseñó a partir del Plan de estudios 2006 de educación secundaria, de los progra­mas de estudio derivados de éste y del Programa de educación preescolar 2004. Por esta razón, como la asignatura de Inglés se ins­cribe en el marco de dichos planes y programas de estudio, en el presente texto se hacen diversas referencias a los planteamientos curriculares contenidos en éstos.

1 National English Program in Basic Education.
2 J. Delors, La educación encierra un tesoro, Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, pp. 31 y ss.